miércoles, 29 de julio de 2009

Mentiras (parte 5)

Parado a tan sólo unos centímetros de su rostro se encontraba mirandóla fija aquel hombre que el viernes por la tarde había tocado el timbre de su casa. Su mirada fija y esos ojos negros lograban intimidarla, sus ojos negros no se movían de donde estaban y ninguno de los dos decía nada hasta que él extendió su mano y se presentó. Se llamaba Tomás y vivía al lado de su casa. Ella comenzó a pensar y recordó haberlo visto alguna que otra vez paseando por el barrio solo y con sus ojos mirando a ningún lugar, ella tomó su mano y cuando terminó de decirle su nombre, él todavía mirandóla fijo pero ahora con una sonrisa dibujada en su rostro le dijo: "Mucho gusto Lucía".

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